Para los padres la llegada de un hijo es el acontecimiento más grande y trascendental en sus vidas, pero también uno de los más abrumadores, por todo lo que implica la crianza y formación de esos niños que dependen enteramente de ellos en un inicio.  Podríamos decir que es el comienzo de una de las relaciones humanas más complejas, y el principio de una serie de preocupaciones por el bienestar físico, psicológico y emocional del niño.

Como padres deseamos lo mejor para nuestros hijos, con eso en mente hacemos todo lo que está a nuestro alcance para brindarles excelentes  oportunidades que nos aseguren que su desarrollo social, educativo y emocional será el mejor posible, preparándolo para lo que tenga que enfrentar en la vida. Pensamientos como “¿Tendrá habilidades artísticas?, ¿Habilidades numéricas?”, “quiero que pueda valerse por sí mismo en la vida”, “quisiera que cuando yo no esté, pueda tener una vida independiente y productiva”, son cuestionantes e ideas que rondan en la mente de muchos padres,  especialmente cuando algún especialista ha detectado en nuestro hijo un reto en el área de aprendizaje.